Llevo toda la vida yendo a veranear a Malpica. Si alguna de mis hermanas lee esto, me dirá que estuve años sin aparecer, durante la época de los 20-30 años, que por motivos diversos no me venía bien ir.

Mi padre es de Malpica de Bergantiños, provincia de La Coruña, nacido allí y criado allí, y adora su tierra. Desde niña, cuando llegaban las vacaciones, mis abuelos paternos venían en tren a buscarnos a Toledo y nos llevaban con ellos a Malpica, donde pasábamos más de dos meses. Nos llevaban a mi hermana Myriam y a mí, que éramos las mayores. Aprendimos gallego porque mi abuela sólo sabía hablar gallego. En contra de lo que mucha gente pueda creer, mucha gente en Galicia no te habla en castellano porque no tiene constumbre, y no saben, aunque entiendan. El caso es que casi volvíamos hablando gallego cada septiembre...
Mis abuelos eran los abuelos ideales de todo niño. Mi abuelo nos daba clases de todo (había sido maestro), y por las tardes íbamos caminando con él y con varios amigos que tenía, por las cañadas hacia los pueblos cercanos. Así hicimos nuestras primeras sesiones de senderismo... San Tirso, Torres de Mens, Seaia, San Adrián. Lo suyo era caminar y caminar, y nosotras íbamos cogiendo moras y jugando por el camino.
Nos enseñaba de todo... geografía, tolerancia, matemáticas, equidad, lengua, crítica. Muchas veces me acuerdo de él cuando ahora leo en los carteles "praia", pues solía decirme "praia no sé qué es, aquí siempre dijimos playa".
Muchas cosas de las que conozco de Galicia las he aprendido a lo largo de todos estos veranos que he pasado en Malpica, gracias a mis abuelos, gracias a mis padres que siguen yendo año tras año y gracias a que me encanta aprender todo de esta tierra donde el mar tiene la fuerza de mil mares juntos.