La gente suele decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, y yo siempre digo que no creo que esto lo estén diciendo en serio. Es cierto que muchos recuerdos que tenemos de cuando éramos niños son más entrañables que los que tenemos de otras épocas de la vida. Es cierto también que nuestro cerebro además consigue mitigar los malos recuerdos en gran medida, y el presente lo vivimos en presente con toda su intensidad.
Chapapote en las plantas de los pies
Cuando era niña, casi todos los días mi abuelo Pepe se empeñaba en que teníamos que ir a la playa. A mi hermana Myriam y a mí nos gustaban todas las aventuras que el abuelo nos proponía, así que íbamos con él adonde quisiera llevarnos.
Después de bañarnos, pasear, jugar, etc., siempre, invariablemente, nos sentaba en una roca cerca de la rampa de salida de la playa, y nos hacía levantar primero un pie y luego el otro, para, con gran maestría y cuidado rascar, con una navajita que siempre llevaba consigo, el alquitrán que se nos había pegado a las plantas de los pies durante el paseo. Él lo llamaba "chapapote". Todos los días nos quitaba varios pegotitos de alquitrán. Un día le pregunté porqué había alquitrán en la playa, y me señaló un buque que pasaba cerca de las Sisargas y me dijo, "¿Ves? es de los barcos que pasan por aquí". Años después ese ritual desapareció, entiendo que porque se estableció alguna norma que impide actualmente que los barcos pasen tan cerca. Durante años la marca de haber estado en la playa eran las manchas de alquitrán en los pies... curioso recuerdo.
La sirena de la lonja del puerto
Myriam y yo dormíamos en una habitación que daba al puerto de Malpica. Durante las noches la sirena de la lonja sonaba cada vez que llegaba un barco. Cuando sonaba una vez, el barco traía pescado variado, dos era jurel, y tres veces, sardina. Hace ya años que la sirena dejó de sonar por las noches como lo hacía antes. Alguien me dijo que se debía a que los turistas se quejaban de que les despertaba por las noches, pero a mí me cuesta creer que sea esta la razón.
Cuando era niña, la sirena de la lonja sonaba por las noches a todas horas, pero es que entonces la dársena del puerto estaba llena de barcos. Llena. Cuando comenzó la reconversión del sector pesquero, a muchos patrones de barco les ofrecieron retirarse y con ello los barcos comenzaron a desaparecer del puerto. Cada año que pasaba, al llegar a Malpica la dársena tenía unos pocos menos. Actualmente hay muy pocos... ¿20 quizás?. Una verdadera pena. Supongo que también por eso la dársena ha sido también reconvertida, y parte del hueco que ocupaba ha sido rellenado para formar lo que parece una helisuperficie.
Los barcos que quedan, actualmente suelen ir a descargar a Coruña porque les pilla más cerca, con lo que pocos son los barcos que vuelven por la noche al puerto.
Por las noches sonaba la sirena a la 1 ó 2 de la mañana (y más tarde), y la gente bajaba a ver las faenas de descarga de pescado. Podías quedarte en el muelle, al lado del barco, para ver cómo trabajaban. Según iban descargando los cajones de pescado, las mujeres - que aquí siempre han tenido un papel preponderante - se encargaban de repartir el pescado en cajones de madera mientras iban echando el hielo con una pala, para conservarlo bien. Luego cargaban las cajas en camiones frigoríficos y allá que se iba el pescado a su lugar de destino.
Mujeres
Recuerdo haber visto toda la vida a las mujeres trabajando en el puerto. Cuando era niña, muchas de ellas llevaban ropa negra u oscura, un pañuelo anudado en la cabeza y zuecos de madera para no mojarse los pies en el trabajo del puerto y en la lonja. Luego vinieron las botas de goma, que es lo que se usa ahora, pero nunca olvidaré esos zuecos increíbles en los que cabía el pie con zapato incluido. Se apoyaban en el suelo por tres conos, dos en la parte delantera del zueco, y uno en la parte del tacón. Un invento muy útil que cualquiera que no lo hubiera visto podría pensar que sería imposible moverse bien con ellos, pero como todo, supongo que era cuestión de acostumbrarse. Me encantaba verlas.
También recuerdo haber visto mujeres en Malpica y en las aldeas portando grandes pesos sobre sus cabezas. Me preguntaba cómo podían sostener esos enormes cestos.... se colocaban un paño enrollado entre la cabeza y el cesto, como soporte y almohadillado, y el cesto encima lleno de cosas... verduras, patatas, lecheras e incluso bombonas de butano. Sujetaban con una mano el asa del contenedor y caminaban erguidas, contoneándose, pero el peso no se caía. Cuestión de práctica también, y ¡qué fortaleza la de esos cuellos!. Nunca he visto esto en Castilla.
Un día le pregunté a mi abuela Lola porqué iba siempre vestida de negro (como muchas mujeres de Malpica). Me dijo que cuando era niña (tenía 12 años), se murió su madre y se vistió de luto. Luego se murió un hermano y continuó con el luto. Luego murió otro pariente.... En fin, cuando por fin habían pasado todos los lutos, ya se había acostumbrado a vestir de negro, y nunca se lo quitó. Se le hacía raro vestir de colorines, y lo más que he llegado a verla cambiar ha sido vestida de color gris (pero ya esto era una novedad). No se podría haber visto vestida de colores alegres. Actualmente ya no es así, pues muchas mujeres se visten de otros colores (auqnue también las hay como mi abuela Lola). Pero si vais a las aldeas, podréis ver todavía a muchísimas mujeres vestir de eterno negro, que siempre han vestido así.
Las Fiestas del Mar
Cuando yo era niña, las fiestas del mar eran todo un espectáculo de sonido, color, diversión...
Se celebraban a finales de agosto, en honor de la Virgen del Carmen - patrona de los marineros -. Se adornaba todo el pueblo, y me recuerdo asomándome por la terraza para ver cómo llevaban a hombros una imagen de la Virgen, que salía de la Iglesia y acompañada por una orquesta que iba tocando todo el camino, bajaba en dirección al puerto. La gente se engalanaba e iba detrás, en procesión. Era imposible que la comitiva pasara desapercibida.
Los barcos - que eran muchos - se engalanaban también. Los arreglaban con flores y banderines de colores (muchas flores por todas partes). Todos los años había también procesión marítima. Cuando la comitiva con la Virgen llegaba al puerto, se subían con la imagen en el barco designado ese año, mientras que el resto de la gente se iba subiendo en todos los demás barcos. Mientras tanto, otro grupo tiraba cohetes anunciando la salida del puerto. Los barcos salían en procesión y hacían sonar las sirenas de los barcos, uno tras otro, en un concierto que duraba hasta que todos abandonaban el puerto, en dirección a las Islas Sisargas. Daban una vuelta y regresaban al puerto. Todos lo pasábamos fenomenal. Era una tradición muy bonita.
Con los años esto fue cambiando. Cada vez había menos barcos, pero recuerdo haber subido en un barco de un amigo hace algo más de 10 años, cuando todavía se hacía una mini-procesión marítima. De repente, todo cambió... ya no va gente "civil" a no ser que seas familia de los marineros o del patrón.
Los patrones de los barcos dejaban que la gente se subiera a ellos confiando en la buena fe de la gente y el buen sentido común. Uno se debería subir a un barco como el que se sube a un autobús o a un avión, es decir, respetando las normas. Pero un año, se subió un chaval de fuera que seguramente por no seguir las normas, se rompió un tobillo o una pierna, y denunciaron al patrón del barco, que tuvo que pagar una indemnización millonaria, y desde entonces se decidió nunca más subir a gente que no trabajara en el mar.
Hace años que no me quedo a las fiestas. Ya no me gustan. Traen grupos de música que tocan hasta altas horas de la madrugada, y como vivas cerca, no duermes en toda la noche. Pero es que tampoco tienen la vistosidad, la ilusión que las fiestas de cuando yo era niña. ¿Habéis visto las celebraciones de Semana Santa en Andalucía? para mí, aquello que yo conocí era comparable. Me encantaban.